La aventura en coche debía partir de Bogotá, a 2.600 metros sobre el nivel del mar, y dirigirse al oeste, hacia el eje cafetero, donde crece el mejor café del mundo. Pero una tormenta cambió el itinerario con poca antelación. Este tipo de imprevistos marcan los viajes por carretera en Colombia, pero los lugareños son flexibles. Igual que el Mercedes-Benz Club Colombia. Por eso el viaje de tres días no se cancela, toma otra dirección. En lugar de ir hacia el oeste, nos dirigimos al norte de la capital. “¡Hacia El Dorado!”, dice David Eusse, miembro del club y genio de la logística.
Ana Gabriela García Ariza y su W 116
Ana Gabriela García Ariz llega al hotel El Dorado (nombre que también lleva el aeropuerto internacional de Bogotá) en su 280 SE, fabricado en 1979, y pone rumbo a la vecina ciudad de La Calera. Allí la recibe un paisaje exuberante a 2.000 metros sobre el mar y espera a los demás miembros del club. Uno a uno van apareciendo: un W 116, un 450 SEL, un W 113, un R 107, tres W 123, dos W 201, un W 124, además de dos rarezas de principios de los años cincuenta: un 170 Sb (W 191) y un 300 Sc (W 188). Juntos continúan el viaje hacia Sesquilé. Muy cerca está la laguna de Guatavita, antigua capital de los muiscas y origen de la leyenda de El Dorado (se dice que bajo sus aguas yace enterrado un valioso tesoro). “Tengo el W 116 desde hace unos 20 años, se lo compré a mi padrastro –dice Ana Gabriela–. El 280 SE me ha acompañado en los momentos más importantes de mi vida”. Pero no son sus únicos clásicos, también tiene un W 123 de 1981 y un W 124 de 1995. Ha participado y ganado varios rallies.
Álvaro Vargas y su W 191
Dentro de los otros clásicos viajan hombres y mujeres expectantes, familias con niños, que tienen por delante una aventura de unos 500 kilómetros. El participante más joven tiene 3 años y el mayor, Álvaro Vargas, 84. Álvaro es propietario de un W 191 desde 1966. No le resultó fácil importarlo desde Alemania, pero mereció el esfuerzo. Llegó a ser subcampeón de Colombia en 1971 e incluso campeón nacional en 1972. Ha traído su preciado vehículo en un remolque al punto de encuentro, pero desde allí se pone al volante.
Juan Antonio Gutiérrez y la W 188
Juan Antonio Gutiérrez, hijo del presidente del club, ha heredado la pasión de su padre por los coches clásicos. Como él tiene su propio taller de reparación y restauración en Bogotá y conduce un 300 Sc (W 188, construido en 1955) que pertenece a uno de sus clientes: “Atravesar un paisaje tan especial en este vehículo y junto a más entusiastas de Mercedes-Benz es como estar tres días en el paraíso”.