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Mercedes-Benz GLC: reducido a la perfección

Con unas vistas espectaculares, el hermoso paisaje natural del estado austriaco de Vorarlberg es accidentado y diverso. Lo recorremos al volante de un Mercedes-Benz GLC 300 e 4MATIC, un vehículo híbrido enchufable, y descubrimos edificios que combinan tradición y modernidad.

15.12.2023 // Texto: Merlin Gröber // Fotos: Marvin Zilm // Imágenes aéreas: Florian Basche y Michael Basche

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Conducimos hacia el sur de Austria por la ruta europea E60 y, justo antes de la localidad de Feldkirch, giramos a la izquierda y ascendemos la montaña por una serpenteante carretera. Al cabo de unos kilómetros, nos encontramos frente a un muro de hormigón bellamente iluminado. Allí aparcamos el nuevo Mercedes-Benz GLC 300 e 4MATIC.

El muro es en realidad la parte trasera de la Haus der Höfe, vivienda creada por los arquitectos Bernhard y Stefan Marte, un gigantesco monolito de hormigón que se funde con el paisaje y deja pasar el sol a través de cuatro patios interiores. Mientras que el hormigón y los cristales dominan el exterior; en el interior, paredes y suelo están revestidos de roble. Es la primera parada del viaje que emprendemos con al volante del GLC para descubrir las joyas arquitectónicas de estos dos hermanos.

Tras visitar la Haus der Höfe, ponemos rumbo a Feldkirch, allí, en una antigua casa de pueblo que han reformado, se encuentra el estudio de Bernhard y Stefan Marteo. La cámara de 360 grados del GLC hace que aparcarlo sea sencillo, incluso en las estrechas calles del casco antiguo. Maquetas de cartón de puentes, casas y túneles descansan sobre oscuros suelos de parqué de este estudio que abrieron en 1993. ¿El elemento más importante del trabajo de los hermanos Marte? La relación que sus edificios establecen con el paisaje al crear una perfecta simbiosis entre el interior y el exterior. Opinan que una vivienda debe proteger y crear un clima agradable, igual que un coche. Los dos arquitectos lo consiguen abriendo las habitaciones sólo hacia donde se ve la naturaleza, como se demuestra en la Haus der Höfe. “Si tienes que correr las cortinas, es que el espacio vital ha fracasado”, dicen.

Dejamos este maravilloso estudio de arquitectura para adentrarnos en el paisaje montañoso de Vorarlberg. Completamente cargado, el GLC es un híbrido enchufable que puede recorrer hasta 130 kilómetros en modo puramente eléctrico, suficiente para nuestro paseo. Además, gracias a las innovaciones de las que dispone este modelo, como es el alternador arrancador integrado con sistema eléctrico de 48 voltios, los motores de 4 cilindros con tracción total 4MATIC son capaces de gestionar una conducción tanto dinámica como eficiente. El GLC también impresiona en terrenos abruptos gracias a un nuevo programa todoterreno que funciona sin motor de combustión. La carretera serpentea por estrechos desfiladeros, entre árboles cuyas hojas han adquirido un color naranja y amarillo otoñal. El eje trasero autodireccional ayuda al GLC a sortear con facilidad las cerradas curvas de la carretera de montaña, mientras la potencia de su motor, con una potencia combinada de 250kW/340 CV, lo empuja sin esfuerzo. El amplio parabrisas, las ventanillas laterales y el techo panorámico que recorre toda la longitud de la parte delantera del vehículo abren la vista al espacio natural circundante, al tiempo que ofrecen una sensación de seguridad.

El GLC serpentea cada vez más alto y la ladera derecha de la montaña desemboca en un desfiladero donde discurre un río. El sonido del agua a través de las ventanillas abiertas y el silencioso rumor de los neumáticos sobre las hojas es todo lo que oímos. Avanzamos por un corto túnel y accedemos a un puente de los hermanos Marte. Se extiende grácilmente sobre un desfiladero, en forma de vela de hormigón que se funde con el paisaje montañoso. Su extravagante forma, sin embargo, llama la atención lo suficiente como para que nos detengamos y observemos de cerca la estructura. No hay cuerdas que sujeten el puente ni placas metálicas que obstruyan la vista. Sólo una vela de hormigón que conecta el mundo montañoso.

ENTRE EL ESPACIO INTERIOR Y EL EXTERIOR

Nuestra última parada nos lleva al valle Laternsertal. Conduciendo por una estrecha carretera de tierra que atraviesa prados alpinos con sus cabras pastando y granjas de madera a ambos lados, llegamos a una estructura de hormigón de cuatro plantas. Los arquitectos hicieron labrar toscamente la fachada exterior del refugio de montaña con mazos. Esto hace que el edificio parezca un peñasco gris en el paisaje. Un corto tramo de escaleras nos lleva al solárium, que también sirve de entrada y, gracias a su elevación, sigue siendo accesible incluso después de fuertes nevadas: un buen ejemplo de arquitectura funcional. En el interior, una escalera de caracol de madera maciza conduce a la primera planta, con su cocina y una ventana con vistas al valle de Laternsertal: el lugar perfecto para relajarse, creando una simbiosis ideal entre el espacio interior y el exterior.

Tras visitar el refugio, seguimos cuesta arriba hasta el puerto de Furkajoch. El cielo está cubierto de nubes oscuras. Las ventanillas del GLC silencian el ruido exterior, el sistema de aire acondicionado nos envuelve en un calor acogedor y el chasis dinámico aplana los baches de este accidentado puerto de montaña. Nos deslizamos por el mundo montañoso como sobre algodón y, a través de las grandes ventanillas, observamos cómo la llegada de la oscuridad reduce el entorno a simples formas que recuerdan a los edificios de los arquitectos Marte: perfectos y reducidos a lo esencial…

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