Hace un día caluroso, 35 grados, y hay mucha humedad. A bordo de nuestro Mercedes-AMG GLB 35 4Matic sorteamos el tráfico del centro de Mérida. Como en muchas ciudades de aquella época colonial, las calles están ordenadas como en una trama, cuya numeración par nos lleva de norte a sur y la impar de este a oeste y muchas calles son de dirección de única. Gracias al navegador integrado en el sistema multimedia MBUX de nuestro GLB llegamos a la casa con el número 497 y llamamos al timbre. La puerta de madera oscura se abre.
Agradecemos la sombra que nos brinda como bienvenida Casa Mérida. Las baldosas brillantes del suelo guían nuestra vista hacia el otro extremo. Avanzamos por un camino abierto, largo y estrecho, escoltado por cáñamo y ramas de palmera que se mecen al son del cálido viento. Enormes canaletas y cascadas de agua corren en uno de los lados de la estancia, insinuando la forma de una pirámide. No podemos dejar de maravillarnos por esta arquitectura tan limpia y caprichosa. Cuesta creer que estemos en el centro de una gran ciudad. “Mi arquitectura no se ve desde la calle pero, en el momento en que abres la puerta y entras en la casa, comienza un nuevo mundo. Deberías sentirte aquí tan a gusto que no quisieras marcharte nunca”. Así describe su trabajo Ludwig Godefroy, arquitecto francés afincado en México.
Casa Mérida se alza en una finca de apenas ocho metros de ancho por 88 de largo. ¿La idea? Disponer todo en un camino, una referencia al sacbé, palabra maya que se traducía como ‘camino blanco’ que conectaba las ciudades más importantes de la cultura maya. Sobre hormigón, piedra caliza y madera, el arquitecto construyó una casa que se va revelando ante nosotros tras cada paso que damos. Los salones y el jardín forman una transición constante de una estancia a otra. La última parte del camino flota sobre la piscina como un trampolín. Es, básicamente, una habitación sin techo, donde nada nos distrae y el agua crea un eco único. La fuente de su inspiración es más que evidente: los cenotes, esas místicas cuevas subterráneas llenas de agua.
ENTRE LAS RUINAS MAYAS
La arquitectura de Godefroy está marcada por sus vivencias. Criado en un pequeño pueblo pesquero de la Normandía francesa, estudió en París y trabajó en Barcelona, Nueva York y Róterdam antes de terminar en Ciudad de México. Desde su primera visita, este arquitecto quedó prendado de la península del Yucatán. Aquí, las cosas son muy diferentes respecto al resto de México: el idioma, la comida, la mentalidad, la cultura de los mayas… Incluso los colores son distintos; mientras en Ciudad de México predominan el predominan el negro y el rojo por su suelo volcánico, en Mérida, debido al suelo calizo, todo gana claridad y las tonalidades se mueven entre el color crema y el amarillo. El pasado arquitectónico de esta vivienda, inspirada en los edificios mayas, también influyó en el arquitecto. Pirámides, palacios, altares…, el Yucatán está plagado de restos de esta civilización tan avanzada.
Necesitamos verlo con nuestros propios ojos y seguir el rastro de los mayas. Regresamos a nuestro Mercedes-AMG GLB 35 4Matic y, gracias al climatizador automático Thermotronic, en unos segundos nos acaricia una agradable brisa fresca. El trayecto se hace más llevadero, y comprobamos por qué nuestro GLB es todavía más divertido con el toque maestro de AMG. Tan pronto como abandonamos la ciudad y nos adentramos en las carreteras locales, cambiamos al modo Sport utilizando la rueda selectora en el volante. Esto endurece el chasis y vuelve mucho más dinámica la conducción.
Antes de que nos demos cuenta, estamos ante las ruinas mayas de Kabah. En realidad hemos llegado tarde, pero el gerente nos deja pasar como favor especial. Sin nadie más alrededor, estamos solos ante unos impresionantes muros cuya arquitectura ya nos ha embrujado. Las ruinas de Kabah se consideran parte de la arquitectura Puuc, de la cual Godefroy es un entusiasta. Los paralelismos con la casa de Mérida quedan por fin claros.
Es hora de despedirnos y lanzamos una última pregunta a nuestro cicerone: ¿Qué define la buena arquitectura? Se lo piensa un momento y responde: «Hay que introducir emociones en la arquitectura. Una habitación sin emociones no me sirve para nada». Y no podemos evitar pensar en el GLB y en las emociones que nos seguirá brindando en nuestra aventura por Yucatán.