El 500 K se fabricó en Sindelfingen a partir de un proceso casi artesanal y enormemente abierto a la personalización. Cada una de sus ocho variantes costaba aproximadamente unos 22.000 marcos alemanes. En aquel momento, era casi lo que costaba una buena casa, en una buena zona. Entre 1934 y 1939 se fabricaron un total de 761 chasis sumando sus dos modelos: 342 para el 500 K y 419 para el 540 K. 691 recibirían su carrocería en Sindelfingen. La versión más popular fue el Cabriolet B, con 296 unidades.
TAN DEPORTIVO COMO ESPECTACULAR
En junio de 1934, se presentaron siete variantes de su carrocería. pero la superestrella de la gama, el 500 K Special Roadster, no aparecería en escena hasta octubre de ese mismo año en el Salón del Automóvil de París. Solo un año después, volvería a sorprender al público con una iteración todavía más sorprendente. El 500 K Special Roadster rojo que se expone en nuestro Museo Mercedes-Benz de Stuttgart suele ser la pieza favorita de quienes lo visitan, y muy seguramente es uno de los más fotografiados. Una y otra vez, la sorpresa y la admiración se asientan en los rostros que contemplan este clásico de culto. Hay quien regresa con regularidad para admirarlo.
Con un precio de 28.000 marcos alemanes de la época, el Special Roadster fue también la versión más cara del W 29 cuando se lanzó, y aun así logró vender nada menos que 50 ejemplares. El Mercedes-Benz 500 K Special Roadster era un coche hecho para el bohemio empedernido, alguien para quien el lujo, el diseño y las prestaciones lo significaban todo.
UNA JOYA VESTIDA CON MADREPERLA ARTIFICIAL
El Special Roadster ocupa un lugar destacado en nuestra historia de modelos Mercedes-Benz. Es toda una belleza de cuatro ruedas con su elegante perfil, sus instrumentos cromados, el salpicadero en madreperla artificial, el fantástico radiador con su parrilla, sus carismáticos faros redondos… Además. su motor de ocho cilindros y cinco litros, con 160 CV y una velocidad punta de 160 km/h, lo convirtió en uno de los superdeportivos de su tiempo. Encontrar otro vehículo de producción más rápido era muy difícil. Se desconoce cuántos Special Roadsters han sobrevivido hasta nuestros días, pero siguen siendo los tesoros de los más ricos y famosos: cuando un 500 K sale a subasta, la puja ganadora sobrepasa el dígito de millón.