Sus ojos no son azules como el mar, pero tampoco grises. Tienen iridiscencias marrón y plomo. Vicente Romero aprendió a leer el mar (las crestas, las olas, el ritmo, la espuma…) antes que la palabra escrita. Mientras otros bebían ríos de tinta, él ya domaba las olas. Es uno de los surfistas profesionales que compartieron su pasión por el mar en la EQE Experience Lisboa & Nazaré, un evento sostenible que tuvo lugar a principios del mes de octubre en Portugal para promover el máximo respeto por el medio ambiente. Llegamos hasta allí ‘navegando’ en un Mercedes EQE por la costa lusa, entre Lisboa y Nazaré, y vimos a Vicente en su elemento natural: hizo surf y surf foil, se montó en una tabla con motor, desafió paredes de agua de más de 10 metros subido en un jet ski y visitó los dos EQ Lounge de Mercedes-Benz, espacios construidos a partir de materiales reciclados donde conviven sostenibilidad, cultura y arte local. Una experiencia que, como la sal marina, aún llevamos en la piel.
Vicente Romero nació en 1992 en Florianópolis, una isla al sur de Brasil. Su padre y su madre fueron de vacaciones desde Argentina y decidieron establecerse allí. Igual que habían hecho sus abuelos paternos, que emigraron al Río de la Plata desde Sitges o sus abuelos maternos que partieron desde el Adriático… el agua, siempre el agua.
“Sí, tengo una mezcla muy rara –confiesa Vicente–. Comencé a surfear a los cinco años en una playa de Florianópolis, Barra da Lagoa. Luego fui a España, viví en Sitges, Fuenteventura, Ferrol, volví a Brasil y ahora he regresado a Barcelona, con mi familia. Quizás el Mediterráneo no sea el mejor lugar para entrenar, pero allí tengo mis raíces”.
Ha viajado por todo el planeta: de Hawái al País Vasco, de Japón a Francia. Ha sido campeón por partida doble de España, campeón de Europa en 2015, quinto en el Mundial ISA (Asociación Internacional de Surf) de Francia en 2017 y medalla de oro en el Mundial por equipos ISA en Japón, en 2018, año en el que también se alzó con la Superliga Siroko. En Florianópolis, ya destacaba en los campeonatos locales y a los 19 años, cuando se estableció nuevamente en Sitges, empezó a conseguir resultados a nivel europeo e internacional. Desde aquellos primeros logros, ha continuado su progreso: “Me convertí en campeón de España en dos ocasiones y en campeón de Europa ISA en 2015; gané el WQS Zarautz Pro en 2019; fui quinto en el Mundial ISA France de 2017; medalla de oro en el Mundial por equipos ISA de 2018 en Japón y me llevé la Superliga Siroko en 2018”, explica Vicente en el EQ Lounge de Mercedes-Benz en Nazaré, un espacio construido con materiales recuperados del mar y alimentado con baterías de los vehículos eléctricos de Mercedes.
En 2012, ocho años antes de que el surf fuera deporte olímpico, la ISA le entregó al Comité Olímpico Internacional (COI) un documento que contabilizaba alrededor de 35 millones de surfistas en todo el mundo. De ellos, unos 2.000 son profesionales. Vicente Romero está entre los 60 mejores del mundo, según el ranking de ISA. Y llegar allí no es fácil.
“Sigo un programa de entrenamiento muy específico –afirma–. Hago una pretemporada de 1 a 3 meses donde entreno en la piscina, gimnasio y entreno funcional para el surf. Luego comienzan las competiciones y allí afinamos técnicas, pero también tácticas de competición. Son horas y horas en el mar. El éxito llega con la constancia, pero es un conjunto de cosas que me ayudarán a que mis sueños se hagan realidad”.
¿Cuáles son esos sueños? Para Vicente Romero están muy claros. El primero es llegar al Championship Tour, un campeonato de 11 eventos al que son invitados los 34 mejores de cada año. Y el segundo es representar a España en los Juegos Olímpicos. Pero también tiene sus recompensas, unas que no tienen nada que ver con lo material. “En 2019, en Australia, competí con Kelly Slater –cuenta–. Él ha sido 11 veces campeón del mundo y es probablemente el mejor surfista de la historia. La playa estaba llena de gente que había ido a verlo a él. Cuando supe que estábamos en la misma manga casi no me importó el resultado final, sino estar en el mismo sitio, en las mismas olas que una leyenda del deporte”. En teoría, Slater era un claro ganador, pero… apenas le quitó 17 centésimas a Vicente. Ambos se clasificaron para la siguiente ronda.
Lógicamente ahora llega la pregunta clave con un quién (o dos mejor dicho) y un dónde: ¿Qué hacen Vicente y Mercedes-Benz en Nazaré? Muy buena pregunta. 10 kilómetros al norte y al sur de este pueblo pesquero, las olas son de campeonato. Nazaré está al final de una depresión y allí rompen las olas más altas del mundo. Edificios marinos de 30 metros (10 pisos) al alcance de pocos. Uno de los primeros en hacerlo, con éxito, fue Garrett McNamara, un surfista estadounidense que en 2013 batió su propio récord del mundo al surfear una ola de 30 metros… con una tabla diseñada por él mismo y por el laboratorio de Mercedes-Benz. Muchas de ellas podemos verlas en el EQ Lounge de Mercedes-Benz en Nazaré y compararlas con las ‘tablas normales’: casi 10 veces más pesadas, adaptadas a la altura y el peso de cada surfista, hechas completamente a mano en un proceso que tiene tanto de artesanal como las primeras tablas de la Polinesia.
Actualmente la mayoría de los deportistas que intentan batir el récord de la ola más alta lo hacen con las tablas de Mercedes-Benz. Un ejemplo es Andrew Cotton, también conocido como Cotty, un deportista británico que en 2014 batió el récord de McNamara. Fue el mismísimo Cotton quien llevó a Vicente en un jet ski a su primera experiencia de surf en Nazaré. “Las olas eran demasiado grandes como para batir el récord –concluye Vicente–, pero sí me permitieron surfear en un lugar mítico y despertaron un gusanillo que hasta entonces no tenía. Me tienta mucho empezar a prepararme para, en un tiempo, intentar surfearlas. Sea como sea, en Nazaré o en cualquier otro lugar, tengo muy clara una cosa: en el azul me vais a encontrar”.