La colonia Weissenhof se erige sobre el monte Killesberg, y Stuttgart se extiende por el valle que hay justo debajo. Aparcamos nuestro Mercedes-Benz G 580 con tecnología EQ a un lado de la carretera. Hace un día soleado y la visibilidad es perfecta. En el horizonte, el Museo Mercedes-Benz destaca sobre el paisaje urbano y, un poco más al oeste, los viñedos visten las colinas con sus simétricos patrones.
Frente a nosotros, el Museo Weissenhof asciende hacia el cielo. Fue construido en 1927 por el famoso arquitecto Le Corbusier, como parte de las 33 casas –10 quedarían destruidas durante la Segunda Guerra Mundial– que componían la exposición Die Wohnung, organizada por la Deutscher Werkbund. Esta asociación reunía a empresarios, arquitectos, artistas y artesanos en torno a unas metas cercanas al conocido movimiento minimalista Bauhaus.


CLARIDAD SENSUAL
En la azotea del Museo Weissenhof (de arquitectura contemporánea) nos espera Anja Krämer, su directora. “En 1927 surgió la oportunidad de llevar a cabo las reformas que muchos arquitectos de la época soñaban”, nos explica. Aquellos fueron los primeros pasos hacia lo que hoy llamamos minimalismo. Esa claridad sensual también se refleja nuestra filosofía de diseño y en nuestro Mercedes-Benz Clase G, cuyo perfil está también considerado como atemporal. No hemos alterado su aspecto exterior en 45 años. Podríamos decir que es stronger than time (más fuerte que el tiempo). ¿Por qué deberíamos cambiar su aspecto si sigue enamorando a conductores en todo el mundo? Algo así sucede con la arquitectura de la colonia Weissenhof y su museo.

A principios del siglo XX, el dinamismo económico de la región proporcionó la base adecuada para el desarrollo de la colonia Weissenhof en Stuttgart, el mismo lugar donde, 40 años antes, Karl Benz había inventado el automóvil. Le Corbusier diseñó lo que hoy es el Museo Weissenhof como una muestra piloto de una vivienda. En 2002 el ayuntamiento de Stuttgart aprovechó la oportunidad para adquirir esta casa adosada, que abrió sus puertas al público como museo en 2006. Hoy es una atracción para turistas de todo el mundo.
En nuestro paseo, visitamos el museo y encontramos un cartel promocional de Daimler-Benz de 1928 en el que una joven posa con un roadster de la marca, con la casa al fondo. La fotografía se tomó en el punto exacto donde nos encontramos. “En aquel entonces, se daba por sentado que las mujeres no conducían”, advierte Anja Krämer. “Al igual que el automóvil, la casa representaba la vida moderna, en lo funcional y en lo estético. Una imagen que habla de la prosperidad social que se respiraba”.
Recorremos la colonia en nuestro G 580 eléctrico, dejando atrás las otras casas diseñadas por Hans Scharoun y las casas pareadas de Peter Behrens. A diferencia de la de Le Corbusier, todas ellas están habitadas así que, como cualquier otro visitante, nos movemos con el mayor silencio posible.
VECINOS COMPROMETIDOS
Aparcamos nuestro Clase G frente a la casa diseñada por Mies van der Rohe, sede del Taller Weissenhof. Aquí es donde vecinos y simpatizantes del movimiento Bauhaus organizan exposiciones de los jóvenes artistas para preservar el legado de la colonia. Conocemos a dos de ellos. Stefanie Schwarz imparte clases en la Academia Estatal de Bellas Artes. Su pareja, Dirk Wachowiak, enseña tipografía y diseño corporativo en la Universidad Trier de Ciencias Aplicadas. Ambos fundaron open2type, un laboratorio y plataforma para el diseño de tipografías. La casa de Peter Behrens ha sido su hogar durante estos diez años.


“Nos encanta el entorno y su arquitectura, pero también el hecho de que esté abierta al público. No nos molesta tener curiosos por aquí”, dice Dirk. La pareja considera este lugar como una fuente de inspiración cultural, especialmente para su trabajo artístico. “Y la ubicación en la colina, por encima de Stuttgart, es idílica, por supuesto”, añade Stefanie.
UNA LEYENDA INTEMPORAL
Dejamos la colonia por la tarde. El sol todavía brilla en lo alto mientras conducimos nuestro Clase G eléctrico por los viñedos. Sus patrones simétricos no se diferencian demasiado de las estructuras limpias de la Colonia Weissenhof, funcionales y estéticas al mismo tiempo, que nos muestran la huella que los hombres creamos y dejamos constantemente.




La colonia Weissenhof representa la valentía de querer modelar el futuro. Con la invención del automóvil, en Mercedes-Benz hicimos lo mismo. La mejor prueba es nuestro Clase G cuyo diseño claro, anguloso y utilitario parece la interpretación automovilística de la escuela Bauhaus. ¿Una conclusión? Lo que una vez fue radical y valiente tiene todas las papeletas para volverse intemporal y, a veces, incluso una leyenda.