Nuestro destino se esconde entre las faldas de los Pirineos. Llueve. Conducimos un Mercedes-Benz CLE 300 4MATIC Coupé colina abajo por una carretera de grava. ¿El desnivel? Apenas se siente porque hemos activado el tren de rodaje con amortiguación regulable (Dynamic Body Control). Nos espera Landaburu Borda, una fascinante casa en la provincia de Navarra, lejos de grandes autovías y ciudades. Y Jordi Hidalgo es su arquitecto. La primera impresión es la de una vetusta pero reformada casa rural con su fachada de piedra. “Landaburu era el nombre de la casa original, quizá por el apellido familiar de los propietarios. Y Borda es el nombre de la vivienda típica de los pastores”, explica el arquitecto.
Entonces, descubrimos el nuevo edificio que hay detrás, una sorprendente cuña de cristal y hormigón inserta en la colina. Aparcamos nuestro CLE 300 4MATIC Coupé y entramos por una pesada puerta de madera. Jordi Hidalgo diseñó Landaburu Borda para un amigo que adquirió la propiedad, incluida la casa. Pronto se hizo necesaria una ampliación: “Es el dilema clásico de la arquitectura: ¿Cómo amplías una casa antigua? Hay miles de soluciones. Landaburu Borda es una de ellas”.
UNA CASA QUE UNE LO TRADICIONAL Y LO CONTEMPORÁNEO
Un pasillo acristalado conduce al interior de la colina. Es el envoltorio del nuevo edificio, que comprende un espacioso salón con comedor y cocina. Es el lugar favorito de Hidalgo. A pesar de su tamaño, te sientes protegido. El ventanal ofrece una vista espectacular del paisaje montañoso.
Casi parece que el nuevo edificio se construyó antes que el antiguo, y eso que su arquitectura es eminentemente moderna. Quizá por ese contraste entre lo viejo y lo nuevo, todo en Landaburu Borda se siente auténtico y orgánico. ¿Se cuestionó en algún momento demoler el edificio antiguo? “No. Es mucho más interesante unir lo antiguo con lo nuevo para crear algo nuevo. Le da más fuerza y carácter”.
Una razón para ello es, sin duda, el dominio del arquitecto sobre sus materiales: “Hay dos elementos básicos. Uno es la piedra de la vieja casa, y el otro es el entorno”. Inevitablemente, pensamos en el CLE aparcado fuera. ¿Qué sería de un coche sin sus alrededores y las carreteras que recorre?
DE CAMINO A DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN
Nos despedimos para regresar al CLE y, aunque es un modelo completamente nuevo, nos sentimos como si lleváramos toda la vida conduciéndolo. Es una sensación similar a la que evoca el enorme salón de Landaburu Borda. Sensación de familiaridad. Como si el vehículo siempre hubiera estado allí. Esa familiaridad quizás se deba a que tiene muchos elementos de la clase C y de la clase E.
El motor es muy silencioso, debido al arrancador que integra el sistema microhíbrido. Aunque el CLE es más largo y ofrece más espacio interior que la clase C coupé, nos fascina este nuevo y sofisticado coupé que planea con confianza sobre las reviradas carreteras navarras gracias al eje trasero direccional. El sol brilla a través del techo panorámico abierto y se refleja en el cuero Nappa de los asientos.
De vuelta en la autopista, nos dirigimos a Donostia-San Sebastián. Pensamos en nuestra conversación con el arquitecto sobre la estética. Frente a este entorno, sus edificios parecen atemporales a su manera: “Mi arquitectura no sigue modas. No es algo consciente, es mi personalidad. No soy una persona que guste de perseguir las tendencias”.
Llegamos a Donostia-San Sebastián. La ciudad y sus habitantes se mantienen fieles a sí mismos; seguir modas tampoco es una prioridad. Dejamos que nuestros pensamientos vaguen por todo lo vivido. ¿Qué nos ha emocionado más? Por supuesto la gente, los paisajes y también el gusto de descubrir un nuevo lugar con el CLE Coupé. Aunque es toda una novedad, es indudable que se trata de un Mercedes-Benz. ¿Cómo lo consigue? Al final, al igual que para Hidalgo, es una cuestión de actitud: mantenerte fiel dentro de los constantes cambios y concentrarte en tu propio lenguaje de diseño sin copiarte a ti mismo.