Es una leyenda, por supuesto. Y un ejemplo de artesanía primorosa. Hablamos del Clase G, sí, pero también de las coloridas obras de arte de la cultura zapoteca del sur de México y, en concreto, de la región de Oaxaca. Con el objetivo de rendir homenaje a la artesanía tradicional de la zona y celebrar el carácter indómito del Clase G, Mercedes-Benz México invitó a Jacobo y María Ángeles, dos reputados artistas locales conocidos por su participación en el desarrollo visual del film Coco, a customizar un vehículo con los característicos estampados de la cultura zapoteca. Apoyados por un equipo de ocho artesanos, necesitaron seis meses para completar esta apasionante transformación: “Lo que hicimos fue vincular las tres puntas que aparecen en la estrella de Mercedes-Benz con los tres seres míticos zapotecos: el águila (el aire), la serpiente (el inframundo) y el jaguar (la tierra). Todos ellos protegen al ser humano. Ese fue el enfoque que le dimos a la fusión y nuestra inspiración para el diseño”. Jacobo sonríe, echando la vista atrás. Sabe bien que la estrella de tres puntas de Mercedes-Benz representa los diferentes motores que fabricaba la empresa en sus comienzos: para transporte por tierra, mar y aire.
El diseño final combina patrones prehispánicos y colores tradicionales como el amarillo, el negro y el rojo. En el techo está pintada la bandera que representa a los pueblos nativos americanos, mezclada con elementos de las banderas que se usan en las carreras, un claro guiño al legado de la marca en la competición deportiva. Hombres y mujeres han trabajado en igualdad para crear esta obra, utilizando pigmentos similares a los que se emplean en las tallas de madera, como el hongo del maíz (el huitlacoche) o la cochinilla, que habita en los cactus. Ya solo falta subirse a bordo del este maravilloso Clase G en un viaje desde México D. F. hasta el centro de la ciudad de Oaxaca, atravesando las cosmopolitas calles de la capital, las autopistas sinuosas del corazón del país y los antiguos caminos, cruzando campos de maíz, plantaciones de agave y pueblos idílicos. Durante el viaje, quedamos hechizados por la rica tradición local, como les ocurre a muchos de los forasteros que conocen esta tierra tan hermosa. Desde la aparición del primer modelo, hace más de 40 años, esto es lo que el Clase G siempre ha inspirado y ha permitido hacer: explorar el mundo, siguiendo nuestra curiosidad allí donde quiera llevarnos.
rinde homenaje a la artesanía local del sur de México.