AMG. Tres letras que, desde hace décadas, son toda una promesa de potencia y conducción deportiva. Los afilados capós del SL y el GT han representado durante mucho tiempo el estándar de lo que se considera un coche deportivo, por no hablar del rugir de sus potentes motores fabricados a mano, capaz de poner los pelos de punta a los fanáticos de la marca. Ahora, de cara a su 55 aniversario, AMG mira hacia el futuro: ¿cómo se posicionará la marca de alto rendimiento? Estamos viviendo una “década de cambio donde el reto consciente será diferenciar los automóviles eléctricos de los de combustión”, explica Robert Lešnik, jefe de Diseño Exterior de Mercedes-Benz desde 2014.
Y el Vision AMG, codiseñado por él, es todo un símbolo de la movilidad eléctrica: “He intentado cumplir con las expectativas generadas en torno al diseño exterior. Porque de nada sirve un motor espectacular si lo que tienes delante es decepcionante”. Para conseguirlo, se ha apoyado en varios detalles clave: para empezar, el concept exhibe una carrocería más baja y un capó sustancialmente acortado. En el frontal, muestra una versión renovada de la parrilla Panamericana con lamas verticales –aunque los vehículos eléctricos no necesitan aberturas reales–. Pero si hay un elemento que marca la diferencia es el uso de las luces: “Cuentan una historia en sí mismas. Cuando se arranca el Vision AMG y el hardware se activa es como si el vehículo cobrara vida”. El Vision AMG no solo pretende encarnar la visión de futuro de una determinada serie de modelos, sino de la marca en su conjunto. Es el amanecer emocional de una nueva era. Una época llena de oportunidades, también para los diseñadores, como señala Lešnik.